miércoles, 14 de septiembre de 2016

El CENTINELA DE ZARAGOZA Y EL MISTERIO DE LA CALLE DEL TEMPLE - CAPITULO II

El alguacil Florencio Ara llegó al amanecer a la calle del Temple y se abrió paso entre los curiosos que se habían congregado tras la barrera formada por los guardias que no les dejaban acercarse. Saludó a sus subordinados y se dirigió al cirujano que estaba examinando el cuerpo que yacía en un rincón. Estaba horriblemente mutilado.
—¿Qué tenemos, doctor?
—Una carnicería. Este hombre ha sido devorado por alguna bestia que no puedo identificar.
El alguacil se acercó a mirar el cadáver.
—Le advierto que no es agradable —le avisó el médico.


Se estremeció al contemplar los restos que quedaban de lo que había sido una persona. Su cabeza era una masa sanguinolenta y los jirones de carne que asomaban entre las ropas rasgadas apenas permitían adivinar que habían pertenecido a un cuerpo humano.
—¿Qué clase de animal ha podido hacer esto?
—No puedo estar seguro. Nunca había visto nada igual. Podría ser un felino de gran tamaño.
Se volvió hacia uno de sus ayudantes.
—¿Sabemos quién es?
—No, no llevaba encima nada que lo identifique.
—¿Testigos?


—Algunos vecinos escucharon gritos de madrugada, pero creyeron que serían borrachos de alguna taberna. Ya sabe que las peleas son frecuentes por aquí.
—¿Se lo pueden llevar ya, doctor?


—Sí, que lo trasladen al hospital. Seguiré examinándolo allí y pediré la opinión de otros colegas. Por la tarde la noticia se había extendido por toda Zaragoza. Los vendedores ambulantes pregonaban el suceso mientras ofrecían el periódico a los viandantes: ¡La Gaceta de Zaragoza! ¡Todo sobre el crimen del Temple!



Historia: Patricia Richmond
Ilustración: Miguel Ángel Siles


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