miércoles, 14 de septiembre de 2016

El CENTINELA DE ZARAGOZA Y EL MISTERIO DE LA CALLE DEL TEMPLE - CAPITULO II

El alguacil Florencio Ara llegó al amanecer a la calle del Temple y se abrió paso entre los curiosos que se habían congregado tras la barrera formada por los guardias que no les dejaban acercarse. Saludó a sus subordinados y se dirigió al cirujano que estaba examinando el cuerpo que yacía en un rincón. Estaba horriblemente mutilado.
—¿Qué tenemos, doctor?
—Una carnicería. Este hombre ha sido devorado por alguna bestia que no puedo identificar.
El alguacil se acercó a mirar el cadáver.
—Le advierto que no es agradable —le avisó el médico.


Se estremeció al contemplar los restos que quedaban de lo que había sido una persona. Su cabeza era una masa sanguinolenta y los jirones de carne que asomaban entre las ropas rasgadas apenas permitían adivinar que habían pertenecido a un cuerpo humano.
—¿Qué clase de animal ha podido hacer esto?
—No puedo estar seguro. Nunca había visto nada igual. Podría ser un felino de gran tamaño.
Se volvió hacia uno de sus ayudantes.
—¿Sabemos quién es?
—No, no llevaba encima nada que lo identifique.
—¿Testigos?


—Algunos vecinos escucharon gritos de madrugada, pero creyeron que serían borrachos de alguna taberna. Ya sabe que las peleas son frecuentes por aquí.
—¿Se lo pueden llevar ya, doctor?


—Sí, que lo trasladen al hospital. Seguiré examinándolo allí y pediré la opinión de otros colegas. Por la tarde la noticia se había extendido por toda Zaragoza. Los vendedores ambulantes pregonaban el suceso mientras ofrecían el periódico a los viandantes: ¡La Gaceta de Zaragoza! ¡Todo sobre el crimen del Temple!



Historia: Patricia Richmond
Ilustración: Miguel Ángel Siles


jueves, 1 de septiembre de 2016

EL CENTINELA DE ZARAGOZA - REFERENCIAS HISTORICAS - CARTUJA DEL AULA DEI

El 29 de febrero de 1564 se colocó la primera piedra de la Cartuja del Aula Dei, hogar de nuestro centinela, gracias al interés y esfuerzo del arzobispo de Zaragoza don Hernando de Aragón. Surgió para dar cobijo a los monjes de la Cartuja de las Fuentes de Lanaja (Huesca) debido a sus precarias condiciones de vida, siendo el lugar elegido la Torre de María Cariñena, a unos doce kilómetros de Zaragoza. Fue una cartuja rica y de gran esplendor debido, en gran parte, a las donaciones que hizo el arzobispo. Tan orgulloso se sentía don Hernando de la construcción de esta cartuja que tras sus muros estuvo custodiado su corazón, trasladándose después a la Seo de Zaragoza. Sin embargo, a partir del siglo XIX los monjes se vieron en la obligación de abandonar la Cartuja debido primero a la ocupación de sus instalaciones por parte de las tropas napoleónicas durante Los Sitios y de los decretos desamortizadores que se sucedieron después. Actualmente reside en ella la Comunidad Chemin Neuf, tras la decisión de los cartujos del Aula Dei de unirse a otras comunidades de Valencia y Burgos.


Pocos años antes de la fecha en la que nuestro protagonista reside en la Cartuja, acababa de realizarse la portada rococó de su interior, realizada por Manuel Ramírez de Arellano y será además el año 1774 en el que Francisco de Goya realice las famosas pinturas que decoran el interior del templo.



Texto: Inés Gracia
Ilustración: Alfredo Scaglioni