sábado, 12 de julio de 2014

La Torre Nueva

Según Benito Pérez Galdós, La Torre Nueva “Asemeja a un gigante que se inclina para mirar a quien anda a sus pies”.
Se trataba de una esbelta torre mudéjar con elementos renacentistas, que servía como excelente emplazamiento de vigía, ya que se podía atisbar hasta 20 leguas a la redonda. Demostró su eficacia en esta tarea en numerosas ocasiones de peligro, sobre todo durante los sitios.
¿Cómo se vería esta torre hoy en día, si no hubiera sido derribada?

Recreación hipotética:

Al poco tiempo de construirse adquirió su característica inclinación de cerca de 2,60 metros sobre la vertical, probablemente a causa de haber fraguado más deprisa el lado por donde recibía mejor el sol. Esta desviación no era peligrosa (era mucho menor que la de la torre de Pisa) y desde mediados del siglo XVIII hasta fines del XIX no se observaron signos de progreso en la inclinación.
Estaba ubicada en la plaza de San Felipe, alcanzó los 80 metros de altura y contaba con un excelente reloj traído de Lérida. Tenía un triple chapitel característico, dividido en tres cuerpos. Sobre este solido chapitel, rodeado de torrecillas de piedra, se levantó un hermoso remate de hierro dorado en forma de cruz con una veleta. Cobijaba las campanas de las que fue muy representativa la mayor, trasladada más tarde al Pilar.

Como se pudo comprobar cuando se acometió su destrucción y al contrario de lo que argumentaban sus enemigos era perfectamente sólida, e irónicamente, el mismo Consejo que decidió su derribo autorizó el pago de una entrada a quienes quisieran ver la ciudad desde su cima por última vez, lo que hicieron miles de Zaragozanos sin el menor riesgo.

Escultura:

Esta escultura de bronce es obra de Santiago Gimeno Llop. Forma parte del conjunto de la remodelación promovida por el Ayuntamiento en la Plaza de San Felipe, es decir,  del memorial a la Torre Nueva. Es de dimensiones naturales, siendo asimismo de carácter naturalista.
El niño mira hacia un Memorial que recordaba la Torre Nueva. Actualmente se ha derribado el Memorial y sólo ha quedado el niño sentado en el suelo de la plaza.


*Cerca de la escultura, en el suelo, hay un símbolo del paso del tiempo, las hojas de un árbol grabadas. Curiosamente, son las del verdadero árbol que se sitúa al lado del niño sentado. Mucha gente pasa sin darse cuenta, bien porque algunas están borradas, o porque hay que pararse un momento a buscarlas. Consiguen un conjunto maravilloso sobre la nostalgia y el paso del tiempo junto con el niño, que no hace otra cosa sino mirar el hueco que dejó la Torre que ya no está.

Ficha:
Construcción-Alrededor del 1520
Derribo-1892
Ubicación-Plaza de San Felipe

Fuente:
-La Torre Nueva de Zaragoza. Alberto Serrano Dolader. Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza.
-*@Inestuca

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